sábado, 23 de abril de 2016

CONCLUSIÓN



El Comercio es una actividad económica que siempre ha estado presente en la vida del ser humano, de ahí su importancia no sólo para las personas sino para la economía de los Estados a los que estas pertenecen.


El Comercio se define como la negociación que se hace al comprar o vender géneros o mercancías, es decir, constituye el intercambio de bienes y servicios para atender la demanda de los individuos en función de la satisfacción de una necesidad.


El intercambio de bienes y servicios es tan antiguo como la humanidad. Existe un consenso general en considerar como causas de esta actividad:


  • La desigualdad en la distribución de los recursos naturales.

  •  Las deferencias humanas, principalmente lo relativo a las habilidades.

  •  La división del trabajo.


  • La especialización.  


Bajo ésta tesitura, la necesidad humana de bienes y servicios fue el motor fundamental del comercio. Esta misma necesidad básica del ser humano por lo material constituye la esencia del desarrollo de nuestra cultura.


Así pues, desde la primera Revolución Industrial, en la que aparecieron el ferrocarril y las máquinas de vapor, pasando por la segunda, en la que surgieron las máquinas industriales que permitieron la fabricación de bienes en serie y en masa, y hasta la tercera, que se distingue por el desarrollo de la biotecnología, microelectrónica, robótica y y materiales novedosos, se ha observado una evolución de los medios de producción relacionados íntimamente con la misma evolución de las necesidades del individuo, situación que impacta de manera directa en el comercio exterior.


De esta forma podemos comprender puntualmente que los Estados no pueden subsistir aislados del resto del orbe; tienen que estar vinculados, a fin de satisfacer las necesidades de los individuos. Los procesos de globalización han coadyuvado a esa tarea, y debido precisamente a eso, los Estados han pactado en el terreno internacional convenciones, tratados y acuerdos con el propósito de hacer más fluido el intercambio comercial, lo cual ha implicado la obligación de adecuar los sistemas jurídicos internos, principalmente en materia de comercio exterior y  en materia aduanera, para dar satisfacción a las solicitudes de sus gobernados. Por lo que en consecuencia el Estado debe establecer las condiciones idóneas para que el intercambio comercial no sólo sea interno sino internacional, en óptimas circunstancias y efectivo, además de bajo un marco jurídico que permita su regularización.  

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